lunes, 24 de octubre de 2011

Lluna

Llum de Lluna,
lluna de plata,
mulla els seus ulls
plens de vida.

Llum del Sol,
Sol daurat,
mor a l'horitzó,
que el dia ja s'ha acabat.

Lluna estimada,
Lluna perfecta,
que ens il·lumina el cor
cada nit per la finestra.

Lluna,
que al mati te'n vas,
si us plau
fes-te eterna,
no te'n vagis mai.

Fes les nits eternes,
fes els dies curts,
els abraços càlids
amb el teu raig de llum.

Llum de Lluna eterna,
llum de Lluna suau,
llum de Lluna tendra,
no t'amaguis,
si us plau.

lunes, 23 de mayo de 2011

Danza de luz

Cae lluvia en jardines grises y tu sombra los ilumina, caen lágrimas por tus mejillas que hacen crecer vida, caen sombras de tus manos y no entiendes que en realidad son luces. Luces, mi alma, siguen siendo luces, luces como la luz de tus ojos, luces como cuando ríes y el mundo para y ya no respiro. Luces así, incluso cuando lloras sigues luciendo, pero no llores, pues matas con tus lágrimas, matas de pena a alegres voces, no llores, no quiero que llores, matas de tristeza a felices pensamientos, no llores, no puedes llorar, porque luces y cuando luces apagas la sombra, y cuando lloras, aunque sigues luciendo, luces tan tenue que temo que la oscuridad nos cubra para siempre y cubra al mundo, a mi mundo, a tu mundo, al mundo de todos. Por eso amor, no sufras, no sufras sino luce, luce porque quiero ver la luz de tu risa, luce porque quiero volver a ver tus ojos que brillan, luce, luce y hazme arder en deseo de caminar a tu lado, luce y no llores, luce y ríe, luce y déjame ayudarte a lucir, deja que llore yo por ti, déjame encender tu luz. Déjame hacerte feliz.

sábado, 14 de mayo de 2011

Pidamos lo imposible.

Sinceramente, no entiendo porque el ser humano se empeña en convertir las cosas en imposibles. Y yo soy la primera que lo hace. Y no me entiendo. Nos empeñamos en decir que es imposible que tengamos alas saliendo de nuestro cuerpo. ¿Acaso el primer ser vivo que habitó la Tierra, si hubiese tenido la capacidad de pensar, no hubiese pensando que era imposible que algún día un descendiente suyo volase? ¿Y qué hacen los pájaros? Vuelan. Y ellos provienen de ese primer habitante. ¿Acaso el ser humano no puede generar, en un futuro muy lejano, un ser con alas en lugar de brazos que además sea pensante? ¿Quién dice que es imposible? Nosotros no estaremos allí para verlo.
Nos empeñamos en decir que la magia no existe, que es imposible. ¿Acaso no es mágico ver una planta crecer poco a poco en sentido contrario a la gravedad? ¿Acaso no es magia poder despertarte una mañana y ver la sonrisa de la persona a la que amas? ¿Acaso no es mágico que una persona pueda hacerte sonreír cuando estás al borde de las lágrimas, e incluso ya sumido en ellas, con sólo una palabra? Nos empeñamos en que las cosas son imposibles. ¿Acaso no era imposible la existencia de un aparato que nos permitiese volar? ¿Acaso no parecía imposible que un trozo de pesado acero flotase? No existe nada imposible. Somos los humanos los que nos empeñamos en volver las cosas imposibles e inexistentes. Mediante mentiras, mediante frustraciones, mediante tristeza, mediante guerras, mediante el consumismo, mediante cortar alas, mediante los excesos de poder. La humanidad vuelve imposible la vida. La humanidad torna imposible la magia. Es el hombre quien torna imposible el amor o la amistad, y también es el mismo hombre quien no se atreve a intentar hacerla posible. Porque es más fácil pensar que lo difícil es imposible. Porque es más fácil no luchar. Pero la realidad es que lo más hermoso, lo más maravilloso del mundo, es pedir lo imposible.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Sin título

Criatura hermosa, dime, ¿cuál es el secreto que esconde tu mirada? Hermoso ángel de extraña tez suave, de bello rostro, casi tan dulce que duele mirarte a los ojos, dime amor, cuéntame tus sueños y haz realidad los míos. Háblame hasta empaparme y llenarme de tu voz, de la vida que desprende, de las ilusiones que genera, hermoso ángel, embriágame con tu risa. Extraño ser, casi imaginado, casi tan bello que tu sola presencia irradia una preciosa calma, una paz casi ficticia, sensaciones que sólo tú eres capaz de transferir, dime que fuiste real algún día, que no te imaginé, que no saliste de ensoñaciones ni de cuentos contados por buenas madres a sus pequeños niños antes de dormir. Cúlpame, mi bello ángel, cúlpame, pues mía es la culpa de cubrir el cielo de negras lágrimas, mía es la culpa de tus paseos por pensamientos imaginarios en los que ocurren cosas que jamás plausibles serían. Pensamientos imposibles en los que me envuelves con tus alas, en los que me coges de la mano, en los que rozo tus labios sabrosamente condimentados con un dejo de licor tan negro como se encuentra ahora mi corazón, pensamientos que nunca jamás podrían ser reales. Culpa a esta idiota de no saber callar su corazón cuando la abrazas, cúlpala también de los temblores que te piden que la protejas del frío, cúlpala por tener los ojos tristes y por escribir en lugares que jamás podrás ver. Mi dulce criatura, hermoso ser, culpa a esta idiota que está demasiado demente, que grita desesperada una canción, que le llora locamente al amor por lo imposible, por tus ojos, por tus labios, por tu voz.

miércoles, 4 de mayo de 2011

El hada

Existió una vez un hermoso bosque en el cual habitaban elfos, hadas, duendes y todas las criaturas fantásticas imaginables. Aquel bosque se hallaba lleno de luz y en él habitaba un hada de negros cabellos y ojos azules, de tamaño pequeño y alas púrpuras. Aquella hada estaba enamorada de un duende y se dedicaba a observarlo a escondidas. El duende, que se sentía observado, un día se enfadó y puso una enorme jaula justo en el sitio donde ella se ocultaba cuando lo miraba, de forma que cuando fue a espiarle la jaula la atrapó y quedó presa enfrente de la casa del duende. El duende ni siquiera fue a mirar qué era lo que había capturado, simplemente la dejó allí sin saber que la había convertido en su prisionera. El hada lloraba todos los días, pues quería librarse de aquella jaula, pero a la vez era lo único que la permitía estar cerca de su amado.
Un día, la jaula fue golpeada por un enorme pie. El hada, asustada, levantó la cabeza hacia arriba y vio a un joven humano, que acto seguido tomó la jaula y la abrió.
- No sé que hacías ahí, pero vivirás mejor en libertad pequeña mía. - Fue lo que el joven dijo.
El hada se mostró muy agradecida, pero el joven se iba corriendo y no la estaba dejando agradecérselo como era debido. Entonces ella le siguió y llegó a una cabaña en el centro del bosque. El joven había cerrado la puerta, por lo que ella no pudo entrar, pero sí pudo asomarse a su ventana y ver al joven realizando un bonito dibujo. El hada quedó prendada de su forma de dibujar y fue regresando todos los días a verle. Fue olvidando al duende y el daño que le había hecho, pues en ella ahora sólo habían ganas de ver dibujar al joven. Y eso fue lo que hizo, hasta que un día el joven se dio cuenta.
- No puedes pasar tu vida pegada a mí ventana. Debes de ver mundo. Márchate pequeña, y sé verdaderamente libre.
El hada, al escuchar estas palabras se marchó muy rápido sobrevolando el hermoso bosque mientras lloraba lágrimas. Las lágrimas que caían de sus ojos eran negras y fueron tiñendo el bosque de negro. El hada voló y voló mientras lloraba y tenía el bosque con aquellas oscuras lágrimas hasta que su cuerpo perdió la capacidad de generar más agua. Entonces fue ella misma la que comenzó a fundirse, cayendo gotas negras de todo su cuerpo, que terminaron de teñir el bosque hasta que ella desapareció. Sus ropas cayeron al suelo, junto a su corazón, y de ello nació un gran árbol, el más grande habido nunca en aquel bosque. Un árbol negro y hermoso que cada año, el mismo día y a la misma hora lloraba lágrimas negras. Un árbol que nunca más se pudo volver a teñir de color.

martes, 3 de mayo de 2011

Eso es

Cuando los dedos no te responden ante lo que quieres escribir, cuando tiemblas y te duele todo, cuando destrozas uno a uno todos los recuerdos, es entonces cuando sientes que has perdido una ilusión. Cuando el destino te hizo probar algo, cuando lo lamiste, lo saboreaste y pensaste que te gustaba, que te gustaba más que cualquier otra cosa, que quizás lo preferías más que cualquier otra cosa, cuando estabas a punto de quedártelo, de repente te lo quitó. Te lo quitó y se rió de ti en tu cara, te lo quitó mientras se regozijaba en tu estupidez, te lo quitó y no te lo quiso devolver. Empapó de miel tus labios para burlarse de ti el destino, y tú, que por fin volvías a sonreír, que por fin escribías versos hermosos y alegres, tú te moriste por dentro. Y ahora tú le juras al destino que jamás en la vida volverás a creer en él, tú le declaras la guerra, tú lo eliminas, y para ti ya no existe. Adiós.

viernes, 29 de abril de 2011

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Te escribo a ti, mi ángel. A ti que eres sin saberlo un ser divino. A ti, con la profundidad de tu mirada, golpeando, lanzando, destruyendo la mía. A ti, mi ángel, ese en quien me apoyo sin que lo sepa, a ti, mi pequeño ángel, ese con los brazos cálidos en los que puedo apoyarme. Mi ángel, la cosa más linda, los olivos con sus frutos naciendo en sus ojos. Mi ángel, el alma que suspira fuerte para salvar un alma débil que lo observa en silencio, mi ángel, que me da tanto miedo, que duele mirar sus ojos directamente, pues su luz es tan fuerte, que podría guiar mil caminos. Mi ángel, ese con las alas de caramelo y los labios sabor salado y dulce, avainillado, suave. Mi ángel, y todo lo que le rodea. Mi ángel, purificando mi alma. Mi ángel, destruyendo mis penas. Mi ángel despierta y me hace despertar. Mi ángel sufre y me hace llorar. Mi ángel no llores. Mi ángel ríe y ya no existen penas. Mi ángel, ríe, ríe y que te oiga el mundo, ríe para calmar mi tristeza, ríe para que viva. Ríe mi ángel, pues tu risa es mi vida. Te escribo a ti, mi ángel, para sacarte una sonrisa, para ver de nuevo tu luz, para sentir tus alas acariciando mi piel. Te escribo, mi ángel dulce con sabor amargo, pues existes puro en mí, pues no estás solo, pues te amo, mi ángel.

Cállame

Cállame ahora que estoy a punto de gritar. Cállame ante mis latidos, cállame ante mi soledad. Cállame cuando no ría, cállame cuando no llore. Cállame en los momentos tristes, y grítame en los momentos alegres, bésame cuando amanezca, mátame si me estremezco. Cállame porque no hago más que hablar, cállame cuando no calle y me quieras besar, cállame silencios, bríndame locura, mátame de vicio, mata mi amargura. Calla mis pecados, juzga mis virtudes, vierte en mis labios el sabor de tus verdades. Miente con tautologías, destruye toda lógica, ralla el diamante con espurnas de plástico blando y que caiga el cielo al suelo y que llueva tierra en Marte y que canten las sirenas en países sin mares, en desiertos sin sombras. Cállame de vicio, cállame de amor, cállame lo imposible, cállame las verdades y grítame las mentiras.

miércoles, 13 de abril de 2011

La ciudad bajo el hielo

Se inundan. Se inundan las calles de la ciudad más hermosa del mundo, quedan sepultadas bajo el agua, cada vez se ven menos, cada vez se sumen más y más en la más remota oscuridad. Y yo, amor mío, yo observo como mueren, como caen, como son sepultadas por ese peso líquido, por esa agua cruel y amarga, por esos ríos que no saben ver que existe vida en la ciudad. La ciudad muere bajo el agua, que poco a poco se convierte en hielo, congelándola sin saber que tenía vida, que había felicidad, belleza, esperanza. Todo queda ahora congelado por el hielo que destruye, que quema, que mata poco a poco, disfrutando como se disfruta del dolor de arrancar un pellejo, disfrutando con un ligero orgasmo de muerte, quitando cada resquicio de vida de la ciudad hasta paralizarla. Y yo, amor mío, yo miro como goza, como muere de placer mientras la ciudad queda sepultada, paralizada, y llora levemente, convirtiendo el hielo en escarcha, intentando salir, mientras el hielo vuelve a congelar sus lágrimas, vuelve a esconderla, a sepultarla, a hacerla desaparecer, a convertirla en nada. Amor mío, si vieses el hielo que la cubre llorarías. Amor mío, si vieses la nada en la que se sume sufrirías. Amor mío, la ciudad se muere bajo el hielo, sálvala amor. Sálvala.

miércoles, 12 de enero de 2011

...

Si tu supieses lo que te echo de menos cuando no estás a mi lado, lo que anhelo tu presencia, lo que deseo tu tacto sobre mi piel, produciéndome esas agradables cosquillas que, lejos de molestarme, me llenan de placer. Si tu pudieses ver, amado mío, mis ojos empapados en lágrimas y dolor, si tu pudieses verme aquí, mirando tu nombre, tu dirección, sin atreverme a llamarte, a hablarte, a mirarte siquiera, si tu pudieses verme, amor, verías lo patético de mi vida, lo estúpido de mi situación.
Quiero decirte que me quieras, que sin ti he perdido el rumbo, que ando francamente mal, que me muero por acariciarte, que me muero por sentir tus caricias, que te deseo sobre todas las cosas. Que pido que vuelva la Navidad todos los días para poder perdirte como regalo, que pido que pasen estrellas fugaces para suplicarles que me concedan mi más preciado deseo, que me muero sin el sabor de tu mirada.
Quiero contarte lo que siento, pero no sé. No me salen las palabras, ni siquiera me salen las miradas, las expresiones correctas. Tengo tanto miedo que estoy paralizada. Pero te quiero.