jueves, 21 de enero de 2010

La joven del lago

Sus manos eran muy blancas, más blancas que la nieve, casi traslúcidas. Sus ojos eran grises como el carbón. Sus labios llevaban el beso de aquella dama a la que esperaba cada noche.

Un día la dama dejó de aparecer en los jardines de aquel palacio en el cual él vivía. Entonces bajó al pueblo a buscarla. La gente se extrañó, ver al hijo de un noble en el pequeño pueblo, preguntando sin parar por todos los comercios, por todas las casas que veía abiertas, a todas las personas, por una mujer de cabello rojo fuego y ojos azules casi blancos les parecía algo muy fuera de lo común. Pensaron que él estaba loco, no existía ninguna mujer así en todo el pueblo, pero él insistía en que sí, y siguió buscándola. Al final se adentró en el bosque, y andando andando encontró una pequeña cabaña. El joven entró.

Al entrar sucedió algo muy raro, la cabaña que nada más entrar era humilde y oscura se convirtió en un luminoso palacio con un lago en el centro, el lago emanaba una extraña y atrayente luz, por lo cual él se acercó. Y cual sería su sorpresa, al asomarse al pequeño lago encontró a la dama ahogada en el fondo. Seguía igual de hermosa, pálida, con los labios rosados, los ojos cerrados y el largo pelo rojo ondeando en el agua. Casi parecía que estuviese dormida. El joven se echó a llorar y se adentró en el lago para sacar su cuerpo y, al menos, darle un entierro digno. Pero la muchacha, al extraer el cuerpo del agua, abrió los ojos con furia y le gritó, le había despertado del sueño en el que estaba.

Aquel susto sirvió para que el joven huyese corriendo, ¿cómo podía ser que una mujer durmiese sumergida en el agua? Al día siguiente obtuvo su respuesta. Apareció otra vez la dama en los jardines y le contó su verdadera historia. Sus padres la obligaron a casarse con un hombre que sólo quería su dinero, dado que ella era hija de nobles. El hombre hizo construir una cabaña con un pozo dentro, y un día, mientras la joven dormía, tomó su cuerpo en brazos y lo lanzó al pozo lleno de agua, ahogandola y matándola en el acto. Pero el pozo sorbió al hombre, mandándolo a una extraña dimensión. Nada más fue sorbido, la cabaña se transformó en un palacio y el pozo en un lago, pero sólo lo podían ver aquellos que de verdad tenían corazón puro. La muchacha salía algunas noches del lago en el que descansaba su cuerpo, convertida en espíritu para recorrer el mundo, dado que era muy joven cuando murió y así había conocido al joven noble y se había enamorado de él. Pero ella no podía amar, ni podía ser amada, porque no estaba viva, por eso decidió desaparecer de su lado, para que él no sufriese más.

El joven, tras saber de la historia de la dama, quedó destrozado. Su amada estaba muerta, en el fondo de un lago y no podía amarla. La muchacha le dijo que si la amaba buscase una vida nueva, amase a otra mujer como la había amado a ella y cuando llegase su hora él volvería junto a ella, y ya podría amarla. Pero el joven no pudo soportarlo, aquella noche volvió a la cabaña y se lanzó al lago, y entonces por fin pudo amarla por siempre.

viernes, 1 de enero de 2010

Ángel.

"No sientas más dolor", le dijo el ángel a la doncella, "yo te cuidaré". Mientras susurraba estas palabras le limpiaba la lágrima que le caía a la damita por la mejilla, y sus ojos azules, casi tan transparentes como el agua del más limpio lago, expresaban la gran tristeza que sentía. "Déjame que te bese los labios", decía ella mientras alargaba su mano hacia la mejilla del ángel. "No quiero hacerte más daño, soy un ángel, no puedo ofrecerte lo mismo que un humano". "Besame y acaba con mi dolor".
Y mientras la besaba todas las heridas del corazón de la dama se sanaron, y su piel se volvió más blanca, y crecieron un par de alas de luz en su espalda, que les envolvieron a los dos en un profundo amor...
Y entonces la damita despertó de su sueño y miró con pena por la ventana. Necesitaba a su ángel.