sábado, 14 de mayo de 2011

Pidamos lo imposible.

Sinceramente, no entiendo porque el ser humano se empeña en convertir las cosas en imposibles. Y yo soy la primera que lo hace. Y no me entiendo. Nos empeñamos en decir que es imposible que tengamos alas saliendo de nuestro cuerpo. ¿Acaso el primer ser vivo que habitó la Tierra, si hubiese tenido la capacidad de pensar, no hubiese pensando que era imposible que algún día un descendiente suyo volase? ¿Y qué hacen los pájaros? Vuelan. Y ellos provienen de ese primer habitante. ¿Acaso el ser humano no puede generar, en un futuro muy lejano, un ser con alas en lugar de brazos que además sea pensante? ¿Quién dice que es imposible? Nosotros no estaremos allí para verlo.
Nos empeñamos en decir que la magia no existe, que es imposible. ¿Acaso no es mágico ver una planta crecer poco a poco en sentido contrario a la gravedad? ¿Acaso no es magia poder despertarte una mañana y ver la sonrisa de la persona a la que amas? ¿Acaso no es mágico que una persona pueda hacerte sonreír cuando estás al borde de las lágrimas, e incluso ya sumido en ellas, con sólo una palabra? Nos empeñamos en que las cosas son imposibles. ¿Acaso no era imposible la existencia de un aparato que nos permitiese volar? ¿Acaso no parecía imposible que un trozo de pesado acero flotase? No existe nada imposible. Somos los humanos los que nos empeñamos en volver las cosas imposibles e inexistentes. Mediante mentiras, mediante frustraciones, mediante tristeza, mediante guerras, mediante el consumismo, mediante cortar alas, mediante los excesos de poder. La humanidad vuelve imposible la vida. La humanidad torna imposible la magia. Es el hombre quien torna imposible el amor o la amistad, y también es el mismo hombre quien no se atreve a intentar hacerla posible. Porque es más fácil pensar que lo difícil es imposible. Porque es más fácil no luchar. Pero la realidad es que lo más hermoso, lo más maravilloso del mundo, es pedir lo imposible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario