miércoles, 11 de mayo de 2011

Sin título

Criatura hermosa, dime, ¿cuál es el secreto que esconde tu mirada? Hermoso ángel de extraña tez suave, de bello rostro, casi tan dulce que duele mirarte a los ojos, dime amor, cuéntame tus sueños y haz realidad los míos. Háblame hasta empaparme y llenarme de tu voz, de la vida que desprende, de las ilusiones que genera, hermoso ángel, embriágame con tu risa. Extraño ser, casi imaginado, casi tan bello que tu sola presencia irradia una preciosa calma, una paz casi ficticia, sensaciones que sólo tú eres capaz de transferir, dime que fuiste real algún día, que no te imaginé, que no saliste de ensoñaciones ni de cuentos contados por buenas madres a sus pequeños niños antes de dormir. Cúlpame, mi bello ángel, cúlpame, pues mía es la culpa de cubrir el cielo de negras lágrimas, mía es la culpa de tus paseos por pensamientos imaginarios en los que ocurren cosas que jamás plausibles serían. Pensamientos imposibles en los que me envuelves con tus alas, en los que me coges de la mano, en los que rozo tus labios sabrosamente condimentados con un dejo de licor tan negro como se encuentra ahora mi corazón, pensamientos que nunca jamás podrían ser reales. Culpa a esta idiota de no saber callar su corazón cuando la abrazas, cúlpala también de los temblores que te piden que la protejas del frío, cúlpala por tener los ojos tristes y por escribir en lugares que jamás podrás ver. Mi dulce criatura, hermoso ser, culpa a esta idiota que está demasiado demente, que grita desesperada una canción, que le llora locamente al amor por lo imposible, por tus ojos, por tus labios, por tu voz.

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