miércoles, 13 de abril de 2011

La ciudad bajo el hielo

Se inundan. Se inundan las calles de la ciudad más hermosa del mundo, quedan sepultadas bajo el agua, cada vez se ven menos, cada vez se sumen más y más en la más remota oscuridad. Y yo, amor mío, yo observo como mueren, como caen, como son sepultadas por ese peso líquido, por esa agua cruel y amarga, por esos ríos que no saben ver que existe vida en la ciudad. La ciudad muere bajo el agua, que poco a poco se convierte en hielo, congelándola sin saber que tenía vida, que había felicidad, belleza, esperanza. Todo queda ahora congelado por el hielo que destruye, que quema, que mata poco a poco, disfrutando como se disfruta del dolor de arrancar un pellejo, disfrutando con un ligero orgasmo de muerte, quitando cada resquicio de vida de la ciudad hasta paralizarla. Y yo, amor mío, yo miro como goza, como muere de placer mientras la ciudad queda sepultada, paralizada, y llora levemente, convirtiendo el hielo en escarcha, intentando salir, mientras el hielo vuelve a congelar sus lágrimas, vuelve a esconderla, a sepultarla, a hacerla desaparecer, a convertirla en nada. Amor mío, si vieses el hielo que la cubre llorarías. Amor mío, si vieses la nada en la que se sume sufrirías. Amor mío, la ciudad se muere bajo el hielo, sálvala amor. Sálvala.

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