martes, 20 de julio de 2010

Extraído de un sueño

Había llegado una mañana lluviosa a aquel teatro, acompañada de Irina. A Irina la conocí en un bar, en el que yo me había apostado a beber sin dilaciones para intentar olvidar a un viejo amor que me había dejado el corazón destrozado. Se había ido sin más explicación que una necesidad de tiempo, y tras algunas semanas de lágrimas interiores, puesto que me prometí que de mis ojos no saldría ninguna, había decidido salir para emborracharme y olvidar mis penas. Entré en el primer bar que vi y comencé a beber copas de ron sin parar, mientras desde el otro extremo de la barra me observaba ella.
Se acercó a mí lentamente y comenzó a hablar conmigo como si me conociese de toda la vida, ahora comprendo que ella también estaba algo borracha. Tenía un gran corazón, me contó que había visto que yo no estaba del todo bien, y se había acercado a ver si podía ayudarme en algo, era una chica realmente simpática y amistosa, además, era bastante guapa. Tenía unos ojos negros, al igual que su cabello, completamente negro azabache. Le conté que, a mis 19 años, había decidido ganar algo de dinero por mí misma, pero que no encontraba trabajo además de contarle también mi problema con el ya mencionado chico.
- No te preocupes por el problema de trabajo- me dijo ella- Yo tengo 23 años y trabajo como actriz en una especie de representación teatral estilo los antiguos cabarets, quizás podrían darte un papel, dado que una de nuestras actrices se fue la semana pasada. Y hombres hay muchos en esta vida, seguro que alguno encontrarás.
- Bueno, supongo que tienes razón. ¿Y cuando empezaría? – Pregunté yo.
- Mañana pásate por el Teatro Palacio. Que te miren, haces dos tonterías y seguro que te cogen, eres muy mona.
Al día siguiente me presenté en el susodicho teatro, después de contarles a mis padres mis deseos de trabajar como actriz y haber obtenido su aprobación y sus ánimos, y busqué a Irina. Allí estaba, tomando un zumo de naranja. Inmediatamente me presentó ante el director del teatro, un hombre rechoncho y con bigote, que me miró, me hizo bailar al ritmo de una música del Antiguo Oeste y comentó.
- Tienes porte de niña y eres graciosa, creo que te quedaría bien esta canción, estás cogida.
Escuché la canción, era del antiguo musical West Side Story, y me probé el traje que Irina se había apresurado a traerme, de pequeños cuadritos blancos y rojo claro y falda por debajo de la rodilla. Me hacía parecer más niña de lo que de normal ya parecía, pero no me quedaba mal.
Desde aquel día pasé practicando mi número junto con Irina, que me iba enseñando los pasos de baile, nos hicimos grandes amigas e incluso me presentó a un amigo suyo, Benja, con el cual entablé una grata amistad. Benja no era guapo, era flacucho, tenía la nariz terriblemente grande y la nuez de la garganta demasiado prominente, además de tener el cuello muy largo y las orejas algo grandes, pero era bastante simpático. Una noche me dijo que yo le gustaba y yo, como lo único que deseaba era olvidarme de mi viejo amor, le respondí besándole. A partir de ahí comenzamos una relación sin compromiso, por lo que Irina se alegró bastante. Aquello sucedió justo después de la primera representación en la que yo actué. Y así estuvimos unas dos semanas más, lo cual fueron unas cuatro representaciones teatrales, dado que no actuábamos todos los días.
Pero una noche, la noche de la última actuación, todo cambió. El director me había propuesto irme de gira con ellos, mis padres habían dado el visto bueno y, por tanto, ya no había nada que me impidiese cumplir mi sueño. Me encontraba maquillándome en mi camerino cuanto entró Benja y me besó apasionadamente.
- He pensado y…creo que podríamos iniciar algo más serio. – Me dijo.
- Bueno…Creo que necesitaría pensarlo, acabo de salir de una mala experiencia.
- Irina me lo contó, yo no soy como ese hombre, además, tampoco tenías un compromiso serio con él.
- Después de la actuación te digo algo, quiero ver actuar a Irina. – Le contesté para intentarme evadir de la situación.
Me asomé a ver actuar a Irina. Bailaba muy bien, con unos grandes abanicos de plumas y un vestido negro muy ceñido, que le quedaba muy bien con sus rasgos, algo orientales. Irina terminó de bailar y en ese momento el director anunció mi nombre, era mi turno, después de aquella noche me iría de gira por todo el país, quizás iniciase una relación en serio con Benja, no tenía nada que perder, y todo lo que había pasado en los últimos meses quedaría en el recuerdo.
Salí al escenario y comencé a bailar de forma graciosa, dando saltitos y al ritmo de aquella conocida canción. Al público le enloquecía mi número, creo que incluso me consideraban más joven de lo que era y por eso les parecía tan graciosa. Estaba bailando, cuando de repente ocurrió aquello que dio un giro a los planes hechos en las últimas horas. Apareció por allí, con los mismos ojos verdes que me enamoraron por primera vez cuando le conocí, dando manotazos para ponerse en primera fila y gritando algo. Cuando conseguí leer sus labios entendí que estaba gritando mi nombre y que me pedía perdón. Conseguí terminar el número con algo de dificultad, pero sin perder la compostura. En mi cabeza se debatían dos opciones, la de volver con él y seguir con mi vida de siempre o la de comenzar una nueva vida. Pero él se adelantó a cualquiera de las decisiones que se encontrasen en mi cabeza y subió al escenario, golpeando a todo el que se le intentó interponer en su camino hasta llegar a mi lado y rodearme con sus brazos.
- ¿Qué haces aquí? – Le pregunté.
- Pues ya ves, unos amigos que querían venir…Y unas ganas terribles de volver a verte.
Aquel día el telón se cerró tras un largo beso y un tremendo abrazo, cargado de amor y nuevas esperanzas.

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