martes, 3 de agosto de 2010

Destrucción.

Tenía el corazón tan destrozado que ya no le dolía. Ya no caían lágrimas por sus ojos. Avanzaba por una senda larga que nunca terminaba sin cambiar su expresión facial, seria, con los ojos vacíos, como si ya no tuviese alma. La gente que la veía tenía miedo de aquella persona que había perdido la capacidad de amar.
Por allá por donde pasaba dejaba desdicha y desamor. Entraba a una tienda a buscar comida y bebida y, posteriormente, la tienda era asaltada por ladrones. Dormía en un hotel y al día siguiente alguien asesinaba a su pareja o compañero de habitación. Ella en realidad no lo deseaba así, pero era parte de su venganza. Ya no podía reprimir su odio. Si lo hacía sería ella la que explotaría. Así que había comenzado su peculiar viaje, en busca de aquello que le estaba haciendo tanto daño para destruirlo. Aquella mujer quería destruir el amor.

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