viernes, 28 de septiembre de 2012

Día triste.


Recorres con tus dedos un camino trazado en sal volcada sobre la mesa. Posteriormente trazas dibujos, letras, lo primero que te viene a la cabeza. Miras al suelo. Enciendes un cigarro. Fumas lentamente. Miras la mesa. Retiras la sal de un manotazo, desparramándola por el suelo, te levantas y pasas sobre ella, produciendo pequeños crujidos al pisarla. Terminas el cigarro, tiras la colilla a la basura y te llevas los dedos a la boca, saben a sal.
Ya es tarde, te acuestas pero no puedes dormir, pero ¿qué importa? Dormir es de aburridos. Miras al techo y no te das cuenta de tu perfección, porque para ti tu perfección es invisible. ¿Te has planteado alguna vez en mirarte al espejo sin ningún tipo de coraza? Para ti es imposible. Ojalá, criatura hermosa, pudiese abrazarte sin esa coraza tras la que te escondes, ojalá pudiese estar observándote ahora mismo, para maravillarme ante tu imperfección, mucho más hermosa que la más perfecta de las cosas.
Te estás durmiendo, poco a poco. Duermes ya. Ya no existes en el mundo de los despiertos, ahora sólo lo haces en el mundo de los sueños. Ojalá estés soñando con algo bueno, que te haga sonreír. Ojalá.

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