domingo, 20 de junio de 2010

"Café con sal y leche contensada" - Extraído

Carmen llenó dos tazas con el café y dejó una sobre la mesa, enfrente de Daniel. Posteriormente cogió la otra y vertió algo de leche de una botella en su taza. Después entró a la despensa y salió con un azucarero de hojalata que dejó sobre la mesa. Daniel se puso tres cucharadas de azúcar, Carmen se sirvió cuatro cucharadas, desde muy pequeña le había gustado el dulce.
- ¿Tienes leche condensada?- Preguntó Daniel.
- Claro…tengo en la despensa. Ahora mismo la saco.
La mujer entró a la despensa y volvió a salir con otro bote de hojalata, esta vez era de leche condensada. Daniel volcó el bote sobre su taza de forma delicada y contempló como caía aquello que antes había sido del todo fluido y no demasiado dulce, y que alguien había querido que fuera espeso y empalagoso, pero a la vez reconfortante y delicioso. Retiró el bote cuando vio que tenía suficiente y limpió una gota que caía con el dedo. Se llevó el dedo a la boca y lo lamió con cuidado y paciencia, como si aquella fuera la tarea más hermosa y gratificante del mundo. Acto seguido cogió la cuchara y removió la mezcla con cuidado, paciencia y cariño, sin dejar de lado la elegancia, como aquel hombre que acaricia el cuerpo de una mujer que es nueva para él, recorriéndolo y redescubriéndolo como si fuese la primera vez que tiene uno entre las manos, aunque el hombre haya pasado ya por varias camas. Finalmente sorbió un trago de la bebida.

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