lunes, 21 de septiembre de 2009

Jodidamente especial


Sonreía mientras lo miraba, flustrada. Siempre igual, siempre mirándolo a escondidas, pero nunca se lo decía, nunca le diría que le quería. Él se giró, se dió cuenta de que lo miraba.
-¿Qué pasa?- dijo con voz dulce.
-Que eres especial.- dijo ella, se encontraba en estado de shock, pero reaccionó nada más oirse a sí misma.
-¿Qué?- se extrañó él, ella no solía decir esas cosas de ese modo.
-No nada...- ella se sonrojó.
-En serio, ¿qué dices que soy?
Ella comenzó a reir, se abochornó por completo, no entendía por que había dicho eso de ese modo, tan inmediatamente. Él comenzó a hacerle cosquillas mientras le mordía el cuello, siempre lo hacía. Cayeron sobre el sofá, ella sobre él.
-So funking special...- murmuró ella.
-¿Qué?
-Es una canción de Radiohead.
-¿Y qué significa?
-No lo sé...sólo sé que tiene una parte que dice eso, eres jodidamente especial.- lo dijo mirándole a los ojos, con un brillo especial, nuevo, que destilaba amor por todos los costados.
-Me gusta...Creo que se la enseñaré a Catherina.
-¿Quién es?- dijo ella, con un mal presentimiento.
-Estamos a punto de salir juntos.- dijo él con mucha ilusión.
A partir de aquello la tarde pasó normal aparentemente, pero para ella fue uno de los peores días que pasaba últimamente. Sabía que lo perdería...pero no imaginaba que iba a ser tan pronto. Cuando salió de la casa y llegó al piso donde ella vivía subió primero a la azotea y le murmuró al cielo las palabras "tan jodidamente especial...". Aspiró el viento, que llegaba con el aire contaminado por el humo lleno de dióxidos provinente de la ciudad. No olía tan mal, al fin y al cabo. Se sentó sobre el muro, con las piernas colgando a la nada y dejó ir una lágrima, que acabó en su boca. Sabía a sal. Pasó allí aproximadamente una hora. Posteriormente, mirando hacia abajo, haciendo por superar su vértigo, suspiró y pensó que por eso no se acabaría el mundo. Se recogió sobre el muro y bajó para después bajar las escaleras e ir a cenar. El subir a la azotea la ayudaba a pensar. Y en aquel momento le había servido para saber que aunque él no la quisiese, se sentía feliz. Él era feliz, además, aunque no fuese correspondida no se acababa el mundo.

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